En el ámbito de la psicoanálisis, el concepto de ser barrada es una noción fundamental dentro del pensamiento de Jacques Lacan. Este término, aunque técnico, se utiliza para describir una experiencia fundamental en la formación del sujeto, relacionada con la entrada en el lenguaje y la estructura del deseo. A lo largo de este artículo exploraremos en profundidad qué significa ser barrado desde la perspectiva lacaniana, su origen, su función simbólica y cómo se aplica en el análisis psicológico de los sujetos.
¿Qué significa ser barrado según Lacan?
En la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan, el sujeto es siempre barrado (S/), un concepto que responde a la imposibilidad de reducir la subjetividad al discurso o al simbólico. Lacan introduce esta fórmula matemática del sujeto (S/) para indicar que el sujeto no puede ser capturado enteramente por el orden simbólico. Es decir, el sujeto siempre escapa al discurso, a la representación y al lenguaje. Esta barrada simboliza que el sujeto no es un todo coherente, sino que está siempre en relación con lo que no puede ser dicho, lo que escapa al simbólico, lo que Lacan denomina el real.
Un dato curioso es que la fórmula del sujeto barrado (S/) fue introducida por Lacan en sus Seminarios de los años 70, especialmente en el Seminario XX, *El sinthoma*, donde aborda con mayor profundidad la relación entre el sujeto y el síntoma. Esta noción no solo tiene un valor teórico, sino que también es fundamental en la práctica psicoanalítica para comprender cómo el sujeto se constituye a partir de su relación con el lenguaje.
Por otro lado, la barrada también puede interpretarse como una señal de la castración, un concepto central en la teoría freudiana que Lacan retoma y reformula. La castración no es un hecho biológico, sino simbólica: es la entrada del sujeto en un orden simbólico donde no puede ser todo, donde debe renunciar a su totalidad y a su omnipotencia. Es en este punto donde el sujeto se divide, donde surge el deseo y con él, la pulsión.
La estructura del sujeto en el psicoanálisis lacaniano
Lacan desarrolla una teoría del sujeto que se diferencia radicalmente de las concepciones anteriores. En lugar de ver al sujeto como una entidad coherente y autosuficiente, lo presenta como un sujeto dividido, estructurado por el lenguaje y por el orden simbólico. Esta división es lo que se expresa mediante la barrada (S/), una señal de que el sujeto no puede ser reducido al simbólico, ni puede asumir una identidad total.
La entrada en el lenguaje, según Lacan, no es un proceso natural, sino que implica una ruptura con la posición del yo onírico, el yo del goce inmediato, para asumir una posición de sujeto del inconsciente. Este sujeto es siempre incompleto, y esta incompletud es lo que le permite desear, ya que el deseo nace precisamente de la falta.
Esta estructura del sujeto no solo es teórica, sino que tiene implicaciones prácticas en el psicoanálisis. El analista debe comprender que el sujeto no puede ser capturado por el discurso, sino que siempre se resiste, siempre escapa. Esta noción es clave para comprender cómo se produce el análisis y cómo el sujeto puede acceder a su deseo a través del discurso.
La barrada y la relación con el Otro
Uno de los elementos clave en la teoría de la barrada es la relación entre el sujeto y el Otro. Lacan distingue entre el Otro simbólico, que es el orden del discurso, y el Otro real, que es la dimensión del goce que escapa a la simbolización. El sujeto barrado está siempre en relación con el Otro, ya sea para intentar recuperar algo que ha sido perdido o para reafirmar su identidad en relación con un orden que lo excluye.
Esta relación con el Otro no es pasiva. El sujeto, aunque barrado, no se limita a ser un objeto del discurso, sino que intenta tomar una posición frente al Otro, a través del discurso y del síntoma. Es en esta tensión donde se produce el análisis, donde el sujeto puede acceder a su deseo y a su síntoma.
Ejemplos de cómo se manifiesta ser barrado en la práctica psicoanalítica
En la práctica psicoanalítica, el concepto de ser barrado se manifiesta de múltiples formas. Por ejemplo, un paciente puede acudir al psicoanalista con un síntoma que no tiene una explicación clínica o psicológica evidente. Este síntoma puede ser interpretado como una expresión del sujeto dividido, de su relación con el Otro y de su imposibilidad de asumir una identidad coherente.
Un caso típico es el de un sujeto que repite ciertos comportamientos destructivos, como relaciones tóxicas o adicciones. Estos comportamientos pueden ser leídos como una forma de intentar acceder a un goce que escapa al simbólico, un goce que el sujeto no puede asumir directamente. En este caso, el sujeto está barrado del Otro y busca una forma de reencontrarse con él, aunque sea a través del sufrimiento.
Otro ejemplo es el de pacientes que desarrollan una resistencia al discurso analítico. Esta resistencia puede ser interpretada como una manifestación de la barrada, como una forma de no permitir al Otro simbólico capturar completamente al sujeto. El analista debe entonces aprender a escuchar esta resistencia no como un obstáculo, sino como una señal del deseo del sujeto.
El concepto de la barrada como manifestación del deseo
El deseo es uno de los conceptos centrales en la teoría psicoanalítica de Lacan. El sujeto barrado no puede desear directamente, ya que su deseo siempre es deseo del Otro. Esto significa que el deseo no es una propiedad interna del sujeto, sino una relación con el Otro. La barrada, en este sentido, es lo que permite al sujeto desear, ya que la barrada es lo que le impide ser el Otro.
Lacan dice que el deseo es lo que el Otro desea, pero el sujeto barrado no puede acceder directamente a este deseo. Debe pasar por el síntoma, por el discurso, por la pulsión. Es en este proceso donde se produce la identificación con el deseo del Otro, una identificación que es siempre parcial y que lleva al sujeto a buscar un objeto que no puede ser completamente suyo.
Esta noción es fundamental para comprender cómo el sujeto se constituye a partir de su relación con el Otro y cómo el psicoanálisis puede ayudar al sujeto a acceder a su deseo a través del discurso y del síntoma.
Una recopilación de conceptos relacionados con la barrada en Lacan
- El sujeto barrado (S/): Representa la imposibilidad de capturar al sujeto en el simbólico. El sujeto siempre escapa al discurso.
- El Otro simbólico: Es el orden del discurso, el lugar donde el sujeto entra en relación con la ley y con el lenguaje.
- El Otro real: Es la dimensión del goce que escapa a la simbolización. El sujeto busca acceder a este goce a través del síntoma.
- El síntoma: Es una expresión del deseo del sujeto. El síntoma es una forma de hablar del sujeto dividido.
- La castración: No es un hecho biológico, sino simbólico. Es la entrada del sujeto en el orden simbólico y su imposibilidad de ser todo.
- La pulsión: Es una energía que impulsa al sujeto hacia un objeto que no puede ser alcanzado. La pulsión es lo que mantiene al sujeto en su posición de barrado.
La barrada y la identidad subjetiva
La identidad subjetiva, según Lacan, no es un todo coherente, sino que está siempre en relación con el Otro. La barrada es lo que permite al sujeto identificarse parcialmente con el Otro, pero nunca completamente. Esto significa que la identidad subjetiva es siempre incompleta, siempre dividida.
Esta noción tiene implicaciones importantes en la vida cotidiana. Por ejemplo, muchas personas buscan identificarse con figuras de autoridad, con modelos sociales o con ideales que no pueden alcanzar. Esta búsqueda puede interpretarse como una forma de intentar recuperar algo que el sujeto ha perdido al entrar en el orden simbólico.
Además, la barrada también explica por qué el sujeto no puede ser plenamente feliz. El sujeto siempre está en relación con una falta, con un vacío que no puede ser llenado. Esta falta es lo que le permite desear, pero también es lo que le impide alcanzar la plenitud.
¿Para qué sirve la noción de ser barrado?
La noción de ser barrado es fundamental en el psicoanálisis porque permite comprender la estructura del sujeto y su relación con el Otro. Esta noción sirve para explicar por qué el sujeto no puede ser capturado por el discurso, por qué siempre escapa, y por qué el deseo es una fuerza motriz en la vida subjetiva.
En la práctica psicoanalítica, esta noción ayuda al analista a comprender que el sujeto no puede ser reducido a un conjunto de síntomas o a una historia clínica. El sujeto es siempre más que lo que puede decir, siempre más que lo que puede ser capturado por el discurso. Esta comprensión permite al analista escuchar al sujeto desde una posición más abierta y más respetuosa.
Además, la noción de la barrada también es útil para comprender el funcionamiento de la cultura y de las instituciones. Estas estructuras intentan capturar al sujeto, pero el sujeto siempre escapa, siempre resiste. Esta resistencia es lo que permite al sujeto mantener su autonomía, su deseo y su creatividad.
Variaciones del concepto de ser barrado
Además de ser barrado, en la teoría de Lacan se pueden encontrar otros conceptos relacionados que expresan de manera similar la imposibilidad del sujeto de ser capturado por el simbólico. Algunos de estos conceptos incluyen:
- El sujeto del inconsciente: Lacan introduce este concepto para indicar que el sujeto es siempre dividido, que el inconsciente no es una propiedad del sujeto, sino que el sujeto es el inconsciente.
- El sujeto en relación con el Otro: Lacan enfatiza que el sujeto no puede existir sin el Otro. Esta relación es lo que le permite al sujeto desear, pero también lo divide.
- El sujeto en relación con el real: El sujeto no puede acceder directamente al real, pero el real es lo que le impulsa a actuar, a desear, a buscar un objeto que no puede ser alcanzado.
Estos conceptos, aunque diferentes, comparten con la noción de la barrada la idea de que el sujeto es siempre incompleto, siempre dividido y siempre en relación con algo que no puede ser capturado.
El impacto de la barrada en la formación del sujeto
La barrada tiene un impacto fundamental en la formación del sujeto. Desde el momento en que el sujeto entra en el lenguaje, se divide, y esta división es lo que le permite desear. El sujeto no puede ser todo, no puede asumir una identidad coherente, sino que debe aceptar su incompletud, su imposibilidad de ser capturado por el discurso.
Esta incompletud no es un defecto, sino una condición necesaria para el deseo. El sujeto, al ser barrado, se convierte en un sujeto del inconsciente, un sujeto que no puede ser plenamente conocido, ni por sí mismo ni por los otros. Esta noción tiene implicaciones importantes en la vida cotidiana, ya que explica por qué las personas a menudo no pueden expresar lo que sienten, por qué buscan cosas que no pueden alcanzar, y por qué suelen identificarse con figuras que no pueden ser completamente suyas.
La barrada también explica por qué el sujeto puede resistirse al discurso, por qué puede desarrollar síntomas, y por qué puede buscar un objeto de deseo que no puede ser plenamente alcanzado. Esta noción es clave para comprender la dinámica subjetiva y para desarrollar una práctica psicoanalítica que respete la complejidad del sujeto.
El significado de la barrada en la teoría lacaniana
La barrada es una noción central en la teoría de Lacan, ya que representa la imposibilidad del sujeto de ser capturado por el simbólico. Esta imposibilidad no es un defecto, sino una condición necesaria para el deseo. El sujeto barrado no puede ser plenamente conocido, ni por sí mismo ni por los otros. Esta noción tiene implicaciones profundas en la teoría del sujeto, en la teoría del deseo y en la teoría del síntoma.
La barrada también tiene implicaciones en la teoría del discurso. El sujeto, al ser barrado, no puede asumir una posición de discurso sin resistencia. Esta resistencia es lo que permite al sujeto acceder a su deseo y a su síntoma. El analista debe aprender a escuchar esta resistencia, no como un obstáculo, sino como una señal del deseo del sujeto.
Además, la barrada también tiene implicaciones en la teoría del Otro. El sujeto está siempre en relación con el Otro, pero esta relación es siempre incompleta. El sujeto no puede acceder completamente al Otro, y esta imposibilidad es lo que le permite desear. Esta noción es clave para comprender cómo el sujeto se constituye a partir de su relación con el Otro.
¿Cuál es el origen del concepto de ser barrado?
El concepto de ser barrado tiene sus raíces en las ideas de Freud, especialmente en la noción de la castración. Freud describía la castración como una pérdida simbólica, un acto que separa al sujeto del goce pleno y lo introduce en el orden simbólico. Lacan retoma esta idea y la reformula en términos más estructurales, introduciendo el concepto del sujeto barrado.
La fórmula del sujeto barrado (S/) fue introducida por Lacan en sus Seminarios de los años 70, especialmente en el Seminario XX, *El sinthoma*. En este Seminario, Lacan desarrolla la noción del sujeto en relación con el síntoma, con el discurso y con el Otro. La barrada se convierte en un símbolo de la imposibilidad del sujeto de ser capturado por el discurso, de ser plenamente conocido.
Esta noción no solo tiene un valor teórico, sino que también es fundamental en la práctica psicoanalítica. El analista debe comprender que el sujeto no puede ser reducido a un conjunto de síntomas o a una historia clínica. El sujeto es siempre más que lo que puede decir, siempre más que lo que puede ser capturado por el discurso. Esta comprensión permite al analista escuchar al sujeto desde una posición más abierta y más respetuosa.
Variantes y sinónimos de ser barrado en el lenguaje psicoanalítico
En el lenguaje psicoanalítico, existen múltiples variantes y sinónimos para referirse al concepto de ser barrado. Algunas de estas expresiones incluyen:
- Sujeto dividido: Se refiere a la estructura del sujeto que no puede ser plenamente capturado por el simbólico.
- Sujeto del inconsciente: Lacan introduce este concepto para indicar que el sujeto no puede ser plenamente conocido, ni por sí mismo ni por los otros.
- Sujeto en relación con el Otro: Lacan enfatiza que el sujeto no puede existir sin el Otro. Esta relación es lo que le permite al sujeto desear, pero también lo divide.
- Sujeto en relación con el real: El sujeto no puede acceder directamente al real, pero el real es lo que le impulsa a actuar, a desear, a buscar un objeto que no puede ser alcanzado.
Estos conceptos, aunque diferentes, comparten con la noción de la barrada la idea de que el sujeto es siempre incompleto, siempre dividido y siempre en relación con algo que no puede ser capturado.
¿Cómo se aplica la barrada en el análisis psicoanalítico?
En el análisis psicoanalítico, la noción de la barrada se aplica de múltiples formas. El analista debe comprender que el sujeto no puede ser reducido a un conjunto de síntomas o a una historia clínica. El sujeto es siempre más que lo que puede decir, siempre más que lo que puede ser capturado por el discurso. Esta comprensión permite al analista escuchar al sujeto desde una posición más abierta y más respetuosa.
La barrada también es fundamental para comprender la dinámica del análisis. El sujeto, al ser barrado, no puede asumir una posición de discurso sin resistencia. Esta resistencia es lo que permite al sujeto acceder a su deseo y a su síntoma. El analista debe aprender a escuchar esta resistencia, no como un obstáculo, sino como una señal del deseo del sujeto.
Además, la barrada también es útil para comprender el funcionamiento de la cultura y de las instituciones. Estas estructuras intentan capturar al sujeto, pero el sujeto siempre escapa, siempre resiste. Esta resistencia es lo que permite al sujeto mantener su autonomía, su deseo y su creatividad.
Cómo usar la noción de ser barrado y ejemplos de su uso
La noción de ser barrado puede usarse de múltiples maneras en la práctica psicoanalítica. Por ejemplo, un analista puede interpretar un síntoma como una expresión del sujeto barrado, como una forma de intentar acceder a un goce que escapa al simbólico. Esta interpretación permite al analista comprender que el síntoma no es un obstáculo, sino una señal del deseo del sujeto.
Un ejemplo clásico es el caso de un paciente que repite ciertos comportamientos destructivos, como relaciones tóxicas o adicciones. Estos comportamientos pueden ser leídos como una forma de intentar reencontrarse con el Otro, aunque sea a través del sufrimiento. El analista debe entonces aprender a escuchar estos comportamientos no como un problema, sino como una expresión del deseo del sujeto.
Otro ejemplo es el de pacientes que desarrollan una resistencia al discurso analítico. Esta resistencia puede ser interpretada como una manifestación de la barrada, como una forma de no permitir al Otro simbólico capturar completamente al sujeto. El analista debe entonces aprender a escuchar esta resistencia no como un obstáculo, sino como una señal del deseo del sujeto.
La barrada y la subjetividad contemporánea
En la sociedad contemporánea, la noción de la barrada sigue siendo relevante para comprender la subjetividad. En un mundo donde el sujeto es constantemente bombardeado con discursos, imágenes y representaciones, la barrada se convierte en una forma de resistencia. El sujeto, al ser barrado, no puede asumir una identidad coherente, sino que debe aceptar su incompletud, su imposibilidad de ser capturado por el discurso.
Esta incompletud no es un defecto, sino una condición necesaria para el deseo. El sujeto, al ser barrado, se convierte en un sujeto del inconsciente, un sujeto que no puede ser plenamente conocido, ni por sí mismo ni por los otros. Esta noción tiene implicaciones importantes en la vida cotidiana, ya que explica por qué las personas a menudo no pueden expresar lo que sienten, por qué buscan cosas que no pueden alcanzar, y por qué suelen identificarse con figuras que no pueden ser completamente suyas.
La barrada también explica por qué el sujeto puede resistirse al discurso, por qué puede desarrollar síntomas, y por qué puede buscar un objeto de deseo que no puede ser plenamente alcanzado. Esta noción es clave para comprender la dinámica subjetiva y para desarrollar una práctica psicoanalítica que respete la complejidad del sujeto.
La barrada como herramienta de comprensión subjetiva
La noción de ser barrado no solo es un concepto teórico, sino una herramienta de comprensión subjetiva. Esta herramienta permite al analista comprender que el sujeto no puede ser reducido a un conjunto de síntomas o a una historia clínica. El sujeto es siempre más que lo que puede decir, siempre más que lo que puede ser capturado por el discurso. Esta comprensión permite al analista escuchar al sujeto desde una posición más abierta y más respetuosa.
Además, la noción de la barrada también es útil para comprender el funcionamiento de la cultura y de las instituciones. Estas estructuras intentan capturar al sujeto, pero el sujeto siempre escapa, siempre resiste. Esta resistencia es lo que permite al sujeto mantener su autonomía, su deseo y su creatividad.
En conclusión, la noción de ser barrado es fundamental en la teoría psicoanalítica de Lacan. Esta noción permite comprender la estructura del sujeto, su relación con el Otro y su imposibilidad de ser plenamente conocido. Esta comprensión es clave para desarrollar una práctica psicoanalítica que respete la complejidad del sujeto y que permita al sujeto acceder a su deseo a través del discurso y del síntoma.
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